Locales | 13 Mar Apareció en el fondo de la recta precedido del rugiente sonido de su motor V8 que llenaba los oídos de los espectadores, se los hacía tapar a los gurises y sonaba a música celestial para los más veteranos amantes de los fierros, que se daban cita en la plaza Constitución, al pasaje de la prueba automovilística 19 Capitales Histórico. Una Ford cupé, “¿de 1937?”, preguntamos. “No, de 1938”, respondió el copiloto desde el interior, mientras el auto con el número 7 se detenía y al binomio argentino Pedro Raúl Sarri - Alberto Cotella le sellaban la Hoja de Ruta.
Pintado en alegre combinación de colores, entre verdes y amarillos, el Ford aceleró y salió tronando por 18 de Julio. De acuerdo a los entendidos y conocedores de la historia de Ford, ya en la segunda mitad de la década del treinta, la constante renovación de modelos obligaba a una permanente actualización de diseño y tecnología.
Por 1937 se imponían las carrocerías acorazadas, las líneas de toda la gama recibían la influencia del Lincoln Zephir, y se adoptaba el capó de una sola pieza con abertura frontal. Se comenzaba con el uso de los faros delanteros embutidos en los guardabarros.
Y estos Ford de 1937, o 1938, como asimismo los Chevrolet más alguna otra marca, prontamente pasaron a ser el parque de carrera de la que sería con el tiempo famosa categoría del automovilismo deportivo argentino, el Turismo Carretera. Claro que se instrumentaban variantes, se recortaban los guardabarros, se cambiaba la posición de los faros, y se los convertía en autos de competencia. Así fueron pasando los años y hasta nuestros días han llegado en condiciones de seguir circulando y con buen suceso máquinas como esta, u otras que pasaron por Paysandú. En este caso con ruedas y llantas más anchas, guardabarros muy recortados, faros dispuestos de manera muy especial, manteniendo de fábrica el parabrisas en dos tramos al igual que la luneta, un cristal en la puerta y un vidrio más chico a continuación. Los motores para ese tiempo eran V8 de 3.621 cc, no hubo tiempo de averiguar si en este caso mantenía el original.
Lo cierto es que esta cupecita, como otras similares que pasaron, se robó la admiración de los presentes.