Paysandú, Jueves 23 de Marzo de 2017
Opinion | 23 Mar Una adecuada gestión de los recursos hídricos, que contemple los aspectos ambientales, económicos, socioculturales y éticos del acceso y utilización del agua, se vuelve cada vez más necesaria en el marco de una serie de impactos y amenazas que involucran este recurso esencial para la vida y el desarrollo sustentable.
Por otra parte, la meta 6.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible llama a mejorar la calidad del agua mediante una reducción de la contaminación, eliminando los vertidos y minimizando la liberación de químicos y materiales peligrosos, y en última instancia reduciendo a la mitad la proporción global de aguas residuales e incrementando sustancialmente el reciclado y la reutilización segura para el 2030.
En nuestro país, el artículo 47 de la Constitución establece que el acceso al agua potable y el acceso al saneamiento constituyen derechos humanos fundamentales y actualmente el 96% de la población tiene acceso al agua a través de redes de abastecimiento. Se trata de una de las coberturas más altas del continente y el consumo promedio es de entre 120 y 150 litros por habitante por día.
La conmemoración del Día Mundial del Agua trajo algunas novedades en el tema. A nivel local, el Directorio de OSE confirmó al intendente Guillermo Caraballo que el organismo avanza en el proceso para la construcción de la planta de tratamiento terciario de efluentes en Paysandú, una obra reclamada en los últimos 20 años y largamente postergada, cuyo proceso licitatorio y de adjudicación se completará en 2018.
En tanto, el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente presentó la versión final del Plan Nacional de Aguas –elaborado con participación de los consejos regionales y comisiones de cuenca, representantes de la academia, organismos relacionados al tema y la ciudadanía en general--, que será enviado al Gabinete Ambiental para su posterior estudio y aprobación.
Contar con una cobertura casi universal de acceso al agua y un alto porcentaje al saneamiento por redes o individual implica un notable avance en materia de salud pública.
A su vez, OSE realiza un seguimiento sistemático de la calidad del agua superficial que ingresa a las plantas de potabilización para ajustar el tratamiento a las características del agua bruta.
Los desafíos relacionados con el agua de consumo no son pocos. Según la evaluación de las fuentes realizada por OSE con información de los últimos 5 años, se concluye que en dicho período los principales desafíos para el proceso de potabilización del agua han sido las floraciones de cianobacterias, la presencia de azatrina, la contaminación por materia orgánica y, algunos problemas puntuales como la presencia de amonio en el río Santa Lucía, a la altura de la planta de Aguas Corrientes, proveniente de los arroyos Canelón Chico y Canelón Grande.
Las floraciones de cianobacterias y su problemas asociados (como la presencia de toxinas y alteraciones de olor y sabor) son frecuentes y de acuerdo con información incluida en la propuesta del Plan Nacional de Aguas, en los últimos cinco años se han registrado floraciones en las fuentes superficiales de las que se abastecen el 25 % de las plantas potabilizadoras del país y algunos episodios han tenido duración de hasta cuatro semanas.
En lo que respecta a la azatrina, se debe al arrastre producido por las lluvias luego de las aplicaciones de este herbicida, en áreas cultivadas con maíz y sorgo, si bien su venta está controlada y la dosis de aplicación está limitada por resoluciones del MGAP.
Por otra parte, la presencia de altas concentraciones de materia orgánica ha requerido tratamiento específico en varias localidades y afectado otros usos del agua, como el recreativo en las playas.
Según el referido plan, el tratamiento de potabilización es eficiente para obtener agua de acuerdo con la normativa vigente –decreto bromatológico–, y aun en casos de floraciones algales intensas siempre se ha conseguido la remoción de toxinas con la aplicación de carbón activado y posterior cloración. No obstante, este tipo de tratamiento es complejo y demanda importantes inversiones que aumentan considerablemente los costos operativos.
Por otra parte, Uruguay carece de estudios sistemáticos que vinculen enfermedades de posible origen hídrico (tanto microbiológico como químico) con sus causas o criterios basados en estudios epidemiológicos locales para establecer la proporción de la ingesta de sustancias presentes en el agua en la ingesta media diaria de las personas.
Tampoco hay protocolos establecidos por la autoridad de salud para afrontar los riesgos resultantes de falta de abastecimiento de agua o por exposición ambiental a aguas contaminadas en situaciones de emergencia o programas específicos permanentes que abarquen temas de salud e higiene vinculados al manejo de agua en el interior de las viviendas.
Por otra parte, el Plan Nacional de Aguas reconoce también la existencia de un importante déficit en el monitoreo de calidad de las aguas integrado al de cantidad, tanto de aguas superficiales como de las aguas subterráneas. Entre otras cosas advierte que los monitoreos de calidad realizados por la Dinama se han concentrado en los cuerpos de agua considerados estratégicos y en las áreas de influencia de actividades con potencial de afectar la calidad del ambiente, no habiéndose desplegado aún una cobertura uniforme a nivel nacional.
Comenzar a superar estos déficits requiere necesariamente mayor coordinación interinstitucional, así como la asignación de mayor presupuesto para actualizar equipamientos, incorporar tecnología y actualizar y capacitar los recursos humanos necesarios.
Un insumo fundamental, felizmente incluido como un punto importante para avanzar en estos temas, es la creación de un sistema nacional de información hídrica a efectos de coordinar el intercambio de información entre organismos. Esta información es clave para la toma de decisiones en la gestión del agua, su uso y controles. Las amenazas actuales para la calidad del agua que utilizamos diariamente para consumo humano y para la producción de alimentos, bienes y servicios tiene diagnósticos claros.
Ahora falta ser consecuentes y desarrollar las acciones necesarias para la preservación de un recurso finito y fundamental para el desarrollo del país y la salud de sus ciudadanos.
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