Locales | 30 Mar Si hay algo que caracteriza a los habitantes de Paysandú, sean nativos o foráneos, es la solidaridad. A veces, incluso, lo destacamos al hablar con algún visitante como un sello propio. Y, es que cada vez que alguien necesitó de una “mano” o colaboración, los ciudadanos de la heroica han sabido cumplir.
Eso, precisamente, ocurrió con la campaña solidaria en beneficio de la señora Martha Atalia Gilgorri, de 67 años, quien necesitaba con urgencia una silla de ruedas especial, ya que la que tenía no le permitía una correcta postura y, mucho menos, un buen desplazamiento.
Carlos María Costa, un alma caritativa de 80 años, fue quien comandó la campaña y logró que el dinero necesario fuera obtenido en menos de 48 horas. En su charla con un periodista de nuestra casa, Costa rezaba: “Yo creo que, si nos ponemos la camiseta, aunque sea de a poquito, se podrá conseguir la plata y ayudar a Martha en esta necesidad”. Y vaya si se pudo.
Con la satisfacción del deber cumplido, Costa avisó de inmediato que en dos días se pudo juntar la suma de 10.700 pesos. “El lunes de tarde hice el giro para comprar la silla a un negocio de Montevideo --donde había dado con el aparato ortopédico reforzado-- y hoy (por ayer) a la mañana llegó a mi casa”, relató.
SUMAMENTE AGRADECIDA
Sobre la tardecita, Martha recibió a EL TELEGRAFO en el patio de su casa. “Estrenando un cero kilómetro”, le dijo el cronista para romper el hielo y ella, sonriente y emocionada, asintió con la cabeza.
“Tuve una quebradura de fémur y debido a ella me hicieron cinco operaciones, las prótesis que me colocan se rompen; se me forma una falsa artrosis, que es un como cartílago y nunca hace callos. El doctor me dijo que no podía caminar más, aunque me volvieran a poner una prótesis, no caminaría. Un matrimonio amigo tuvo la idea de pedir ayuda para mí”, había mencionado sobre su necesidad.
Ya cómodamente sentada en la silla, agradeció a todos quienes colaboraron en la cruzada. “Cuando me llamaron para decirme que estaba la silla, fue una inmensa alegría porque estaba a punto de romperse la que tenía. En pocos días, gracias a todos y al Diario, se consiguió”, mencionó Gilgorri. “Tengo una pensión por discapacidad, pero había tenido otros gastos por temas de salud y era imposible para mí comprarla. Carlos me dijo de hacer una colecta y por vergüenza no quería, pero la verdad que me sorprendí por el rápido resultado”, mencionó.
“Es cómoda, grande, la otra me quedaba apretada y me siento mucho mejor en esta, además es más segura. Es un alivio poder contar con esta silla, pero también una alegría haber visto que la gente responde a las necesidades del otro, más en estos tiempos, que está todo difícil”, reflexionó Gilgorri.