Paysandú, Sábado 01 de Abril de 2017
Opinion | 25 Mar El río Uruguay ha sido base y sustento de Paysandú desde que algunas personas se afincaron en sus costas, ya sea en esta margen como en la de enfrente. Agua, alimento, madera, transporte, comunicación, energía, todo viene del río.
En muchos aspectos lo hemos aprovechado, en otros estamos volviendo a lo que fue alguna vez. Concretamente, el dragado que finalizó hace poco le devolverá al puerto sanducero la posibilidad de ser un importante punto de entrada y salida de todo tipo de cargas de la misma forma que el dragado a 12 pies hasta el puerto de Salto, así como la posible construcción de un minipuerto para barcazas permitirá la utilización de este sistema hasta la capital salteña. Esto que planteamos no es una suposición, sino que la Comisión Administradora del Río Uruguay informó al intendente salteño sobre tal decisión, a la vez que este anunció que se estudia la construcción de un nuevo minipuerto. Consideramos que en ese aspecto las cosas se están haciendo bien para los intereses sanduceros.
A su vez, nos parece totalmente desaprovechado el río Uruguay en lo referido a la industria turística, máxime si consideramos que el epónimo ofrece enormes posibilidades para tal actividad.
El establecimiento de una pequeña estación para turismo náutico y la puesta en servicio de un bote capaz de pasear a poco más de una docena de personas parecen de una dimensión mínima frente a los cientos y cientos de kilómetros cuadrados de agua, playas, montes y formaciones rocosas que disponemos.
Vayamos al grano: recientemente el presidente de la Administración Nacional de Puertos (ANP), Alberto Díaz, confirmó que una empresa de origen europeo expuso al organismo su interés en implementar un circuito fluvial de pequeños buques cruceros que incluya algunos puertos del sur de Uruguay y de Argentina.
El jerarca señaló que “quedaron establecidos puntos focales” para responder consultas técnicas, donde además de la ANP y el Ministerio de Turismo están representadas la Dirección Nacional de Hidrografía y la Prefectura Nacional Naval.
“La ANP y el ministerio nos imaginamos la implementación de un servicio turístico, no de transporte regular, que cubra la ruta Montevideo-Colonia-Rosario-Buenos Aires, y viceversa, que puede incluir, a pedido del interesado, el puerto de Fray Bentos”, adelantó. Y aquí surge nuestra pregunta: ¿por qué hasta Fray Bentos y no más arriba? Y, seguramente la respuesta será algo como que no hay nada de interés al norte de ese punto o no se conocen las posibilidades que existen.
Evidentemente ha llegado el momento de apostar fuerte para obtener premios sustanciosos. Si realmente queremos atraer turismo que rinda beneficios social y económicamente, hay que invertir y mucho, para lograr una total transformación del río Uruguay desde el punto de vista turístico.
Al repasar, solo para tener un panorama, los lugares que disponemos en el tramo sanducero del río Uruguay, hablamos de las islas Almirón, Almería, San Francisco, Queguay, islote Varillal, isleta San Miguel, islas mellizas de Adentro y de Afuera, Sombrerito, Guaviyú, Redonda, Chapicuy, Dos Hermanas del Sur y del Norte.
Podría pensarse que cada una es más de lo mismo, pero no es así. Cada tramo del paterno es diferente, con sus atractivos particulares que vale la pena recorrer. Por ejemplo, el río a la altura de Paysandú y más al norte es más angosto que de Fray Bentos hacia el sur, lo que lo vuelve visualmente más atractivo porque hay mucho más para apreciar que en aquel trayecto donde las distancias de costa a costa son tan grandes que no se ve nada más que agua y una hilera de vegetación a lo lejos.
Hacia esta parte los arenales están al alcance de la mano y hasta se podría pensar en desembarcar los cruceristas que deseen en una isla, por ejemplo en el Varillal frente a la desembocadura del Queguay o el imponente Banco Caraballo, aguas arriba de Paysandú, para disfrutar de unas horas de playa diferente, sobre aguas marrones sí, pero limpias y templadas. O coordinar algún paseo ecoturístico como los que tan bien vende Colón a sus visitantes. Más al norte, los atractivos tampoco escasean: por ejemplo, el Parque Nacional de El Palmar sobre costa argentina a unos 50 kilómetros de Paysandú; o el antiguo frigorífico Liebigs al lado del pueblo San José, en Entre Ríos; o los restos del astillero Campodónico también cercano a esa población, donde aún se puede apreciar un barco encallado sobre la costa hecho completamente de hormigón armado.
Pero también Paysandú podría ser destino turístico junto con Colón y la región. No debemos olvidar que en ese aspecto, del otro lado del río ya hay mucho desarrollo turístico y Paysandú, a su vez, cuenta con mucha infraestructura desaprovechada.
Y si nos referimos al turismo histórico, realmente hay un recorrido muy importante, ya que, sintetizando, comencemos con los cañones artiguistas de Paso Vera, Casa Blanca, el María Madre, el bombardeo a Paysandú, el incendio del Villa de Salto, San José del Uruguay, el desembarco de los revolucionarios y el propio Saladero Guaviyú, la Meseta de Artigas, el Muelle de las Mulas y la propia Purificación cuya ubicación puede apreciarse desde el río. Hay demasiado para hacer y es imposible condensarlo en este espacio, pero se impone una reflexión final: si compartimos el río Uruguay y tenemos a la vista la positiva experiencia de CARU, ¿no deberíamos crear un organismo binacional con Colón y Concepción del Uruguay para gestionar en conjunto la actividad turística de la zona en nuestro río?
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