Paysandú, Viernes 21 de Abril de 2017
Opinion | 18 Abr Recientemente fue inaugurado en nuestro país el centro de innovación y gestión tecnológica para la industria oleaginosa, cuyo objetivo central es contribuir a generar mayor valor en el complejo agroindustrial oleaginoso nacional y en otros sectores vinculados.
El Centro de Innovación y Gestión Tecnológica Aplicada de la Industria Oleaginosa (SEPE), cuenta con el apoyo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el Parque Científico y Tecnológico de Pando (PCTP), el Instituto Polo Tecnológico de Pando y la empresa Cousa, tratándose en esencia de una plataforma para dar apoyo y facilitar la innovación aplicada en dicho sector.
El centro se ubica en el oeste de Montevideo y, según han expresado los actores involucrados en el proyecto, busca fomentar una mayor interacción y complementación entre las empresas del sector, los emprendedores y los productores de conocimiento, con vistas a desarrollar nuevas etapas de agregado de valor que permitan el crecimiento y la consolidación de esta cadena agroindustrial.
Al tratarse de una cadena agroindustrial, implica obtener materia prima nacional, aprovechando ventajas comparativas del país en cuanto a condiciones naturales para producir, pero, sobre todo, en coyunturas como las actuales, dotar de valor adicional a través de tecnología y mano de obra dentro de fronteras. Este aspecto es vital para superar el perfil de primarización, para ingresar en la fase diferencial de valor que significa riqueza que se recicla en el país en una cadena virtuosa autosustentable.
Recientemente dábamos cuenta en esta misma página editorial que en las últimas décadas, con la globalización, se ha potenciado el comercio mundial, ampliado mercados e incorporado nuevos. En este contexto, hay un cúmulo de oportunidades que pueden aprovecharse en mayor o menor medida, de acuerdo con el perfil de cada país o región, ventajas comparativas naturales o adquiridas, tamaño de la economía y capacidad de adaptación a los desafíos que se plantean.
En Uruguay, las ventajas comparativas naturales refieren a producciones primarias tradicionales de gran volumen, como la agricultura y la pecuaria, a las que se ha agregado últimamente la forestación (con la entrada en producción de los montes implantados). La referencia al SEPE tiene mucho que ver con estas reflexiones en cuanto al conocimiento y el valor agregado que requieren las producciones primarias en Uruguay, a partir de la optimización de los procesos en consonancia con nuestras posibilidades.
En este camino, la plataforma recientemente inaugurada proveerá servicios científico-tecnológicos, capacitación e investigación y desarrollo en el área de la industria oleaginosa y de sus derivados, así como también análisis de mercados y desarrollo de patentes industriales. De esta forma, el centro procurará generar nuevos y mejores posicionamientos competitivos en la cadena oleaginosa nacional, facilitando el desarrollo de todos sus integrantes por medio de la innovación, capacitación y transferencia tecnológica, según se destaca en la exposición sobre sus cometidos que recoge El Espectador.
El presidente del PCTP, Fernando Amestoy, resaltó la importancia de la iniciativa y explicó cuál será el rol del organismo al señalar que: “para nosotros, acercar y promover la inclusión de conocimiento en cadenas productivas para la búsqueda de competitividad es fundamental. Nuestra función será impulsar procesos de innovación abierta, promoviendo alianzas con las mejores capacidades del país y agregar valor. Cuando se habla de cambios en la matriz, el primer paso es retener las capacidades que tenemos y promoverlas. A su vez, nos interesa buscar soluciones a problemas que plantee la industria para posicionarse mejor a nivel internacional”.
Asimismo, el organismo diseñará programas de capacitación, aportando recursos humanos e instalaciones. Amestoy explicó que ya se comenzó a trabajar en un portafolio de cuatro proyectos, en tanto el SEPE inició sus actividades generando un proceso de fortalecimiento institucional, por un lado, y la centralización de los focos de innovación en cuatro líneas principales: Alimentación Humana y Animal; Oleoquímica, Bioquímica y Farmaquímica; Medio Ambiente, Reciclado y Energía; Materiales y Procesos Industriales.
Gladis Genua, directora representante del Banco de Desarrollo de América Latina en Uruguay (CAF), subrayó la importancia del proyecto para el desarrollo del país y consideró que “SEPE es una iniciativa que dará resultados importantes para Uruguay y prestaremos cooperación para poder materializarlo”.
En el marco de su Programa de Apoyo a la Innovación Empresarial, CAF dará sostén al centro mediante la incorporación de la consultora europea IK4, que volcará su experiencia en investigación para ayudar a definir el camino, los planes de sostenibilidad y proyectos para que el sector de las oleaginosas puedan dar el salto a través de la innovación.
“Definimos al sector de oleaginosas como prioritario y venimos ya desde hace un tiempo apoyando la formación del observatorio, para que se pueda contar con información de calidad y primera fuente para todas las mejores decisiones”, añadió Genua.
El director general de IK4, José Miguel Erdozain, señaló que trabajarán en la estrategia de operaciones, gobernabilidad y sostenibilidad financiera del SEPE y puntualizó que “el objetivo es contribuir a impulsar la competitividad de la industria, generando conocimiento útil para las empresas. Una sociedad que quiere ser competitiva en un entorno como el actual puede hacerlo únicamente mediante investigación, desarrollo e innovación”.
El director de Cousa, Jorge Gard, observó que por este proyecto que se hace realidad se está en “un camino abierto a la participación, colaboración, y aporte de todos los actores para el despegue de nuevos proyectos vinculados al sector, uno de los más dinámicos y con mayor demanda mundial”.
Pues de eso se trata, porque más allá del legítimo interés empresarial en hacer crecer sus negocios y la rentabilidad, cuando se potencia la cadena de valor, se deja en un segundo plano la tentación de vender solo materias primas y eventualmente productos semiterminados que no generan esquemas competitivos por agregado de valor.
Con investigación e innovación propia, además, nos estaremos asomando con mejores perspectivas al reto que imponen los tiempos, al hacer viables emprendimientos sobre nuestra realidad y fuentes de empleo sustentables, en lo posible ya desde el principio de la cadena, lo que significa más trabajo, tecnología y riqueza para el país.
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