Paysandú, Lunes 24 de Abril de 2017
Opinion | 24 Abr El presidente Tabaré Vázquez eligió al club de sus amores, Progreso, para instalar el Consejo de Ministros y la decisión no fue casualidad. Es que el club emblema de La Teja –su barrio-- cumple 100 años y allí escuchará el planteo de los vecinos montevideanos.
Vázquez se encuentra en un momento de interpelación interna, discusiones no acabadas y polémicas que nacieron dentro de la propia fuerza política, sin que los sectores de la oposición tengan algo que ver. En esta oportunidad, así como en otras, el mandatario siente necesidad de mostrarse como un presidente cercano al pueblo y se asocia a las estrategias de comunicación basada en la presentación de los logros de su gobierno, casi como si fueran parte de un proceso refundacional. Es que, aunque diga que las encuestas no le gustan y se muestra crítico incluso si los resultados son positivos, estudia con detenimiento los informes y analiza las circunstancias de esos resultados para adoptar decisiones.
A pesar de la gimnasia que se practica casi en forma recurrente contra los medios de comunicación, existe una evidencia innegable de que los ojos y oídos están puestos en lo que se dice, con una frenética necesidad de atacar –fundamentalmente por las redes sociales-- lo que se escribe o muestra en las pantallas. Sin embargo, no reconocen que más a menudo de lo que parece, desde la propia interna partidaria se “filtran” las informaciones confidenciales con un afán de demostrar que no todo reluce. Y basado en esos estudios de opinión que indican un mayor apoyo al presidente con su Consejo por localidades del Interior, es que Vázquez decidió mantenerlos y aumentar su periodicidad, aunque responda que “las encuestas se equivocan”.
En febrero pasado, las mediciones demostraban la molestia contra la aplicación del ajuste fiscal del ministro de Economía, Danilo Astori, y bajaba la aprobación presidencial al 28%. Cifra mejoraba sus registros en marzo con una aprobación del 35%, mientras el equipo está atento a los resultados que se presentarán en los próximos días. Los analistas coinciden en que la aplicación del ajuste fiscal mejoró las perspectivas, que se corregirán al alza, por lo tanto se prevé que el proyecto de Rendición de Cuentas se presente más auspicioso. No obstante, quedan por el camino otros análisis, tales como que la carga fiscal presiona a la clase trabajadora y ha sido este sector el encargado de solventar las malas gestiones en entes estatales, algunas inexplicables por su carácter monopólico, como el caso de Ancap.
No obstante, esta Rendición deberá finalizar a mediados de este año y los sindicatos han mostrado sus uñas para obtener aumentos salariales y de diversa entidad, como Federación Ancap que para por 24 horas y marchará hasta La Teja en rechazo del proyecto de Servicio Médico presentado por el directorio del organismo y por una reestructura de la industria cementera.
Paralelamente se gestan en la interna diferentes posturas en torno a la situación en Venezuela, donde el oficialismo y la oposición movilizaron a sus huestes y las protestas callejeras se saldaron con 20 muertos en poco más de veinte días, junto a la reacción histérica del presidente Maduro, quien aseguró que “o vamos a una paz con revolución o no habrá paz en Venezuela ni en América Latina”.
A comienzos de abril, la Mesa Política del Frente Amplio resolvió por mayoría –luego de seis horas de discusión y tres cuartos intermedios-- reconocer la “desestabilización del orden institucional” en el país caribeño y, en cierta forma, decidió soltarle la mano a su aliado de más de una década. Pero, justo es decirlo, tampoco condena expresamente lo sucedido, ni habla de “golpe de Estado”, un término que la fuerza política utilizó para definir lo ocurrido en Paraguay o Brasil. Asimismo cuestionó al secretario general de la OEA, Luis Almagro, y exhortó a que su accionar ayude “a estabilizar la región, no realizando una injerencia”. Y así las visiones deambulan entre el apoyo irrestricto del Partido Comunista a la causa chavista y el claro cuestionamiento de Asamblea Uruguay que considera “la disolución del Poder Legislativo como sinónimo de golpe de Estado”. En medio de estas discusiones, aparecen los reclamos sectoriales a la Cancillería para que se expida sobre dicha crisis política y Casa Grande, liderado por Constanza Moreira, manifiesta su “rechazo a todo tipo de injerencia internacional sobre los asuntos políticos internos venezolanos”.
Entiende que “demanda solidaridad”, “lamenta” la actuación de Almagro y “el rol de la OEA”, además del “trato que se le da a Venezuela en los medios de comunicación, nacionales e internacionales, que no hacen más que tergiversar y construir una agenda política alineada con los intereses económicos y políticos de los grandes poderes mundiales”. Los reclamos ocurren pocos días después de la corta recepción (3 minutos) del ministro Rodolfo Nin Novoa al embajador venezolano Julio Chirino, quien no traía la rectificación ante los dichos de Maduro que acusó al gobierno de Vázquez de conspirar contra Venezuela, junto al “imperialismo” de Estados Unidos. Tanto el mandatario uruguayo como el canciller consideran que Venezuela vive un “drama”, pero el episodio de escaso corte diplomático refleja el trato existente entre dos países que supieron mantener una cercana afinidad ideológica y de convenios, que comenzaron con la primera presidencia de Vázquez y se afirmaron con José Mujica. Es que resulta difícil reconocer que la oposición se levanta contra un régimen al que quiere dar por finalizado y eso ha costado presos políticos. Igual que el 4 de febrero de 1992, cuando el joven comandante Hugo Chávez Frías lideró la “Operación Zamora”, en una rebelión contra el gobierno constitucional del presidente Carlos Andrés Pérez. Algunos militares fueron encarcelados, otros dados de baja y otros sobreseídos, pero finalmente obtuvieron el indulto del siguiente presidente, Rafael Caldera, como el caso de Chávez. En aquel momento la cifra oficial de fallecidos era de 14, pero las informaciones extraoficiales estimaban que más de un centenar de personas murieron a causa del intento golpista.
Por eso, parafraseando a Vázquez, quien cierra sus consejos con la misma frase: “la realidad no es la que dicen los políticos, ni los medios de comunicación, ni los politólogos. La realidad es la que viven ustedes cada día”.
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