Paysandú, Miércoles 24 de Mayo de 2017
Opinion | 18 May Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, y en especial con Internet, se ha producido un fenómeno masivo en las maneras de comunicarse y en especial en la forma en que se distribuye y se comunica la información. No solo se trata de una cuestión tecnológica o económica, sino que es fundamentalmente una cuestión social y cultural que progresiva y masivamente afecta a las personas en todos sus ámbitos de actividad.
La sociedad post industrial presenta un incremento y expansión en la generación y uso de la información nunca antes visto, que algunos ven como nuevo tipo de sistema social al que desde la década del 90 se ha denominado Sociedad de la Información. Un tipo de sociedad de uso intenso de creación, distribución y almacenamiento de recursos de información y conocimientos mediados por las nuevas tecnologías.
En este contexto, el público en general utiliza más información y ésta se transforma en un recurso económico, desarrollándose incluso como un sector específico dentro de la economía cuyo rol es satisfacer la demanda general de servicios y facilidades como redes de telecomunicaciones, computadoras y proveedores de contenidos de información.
El principal cambio con otro tipo de sociedades que existieron anteriormente es en la forma en que las sociedades basan su riqueza. En un principio la riqueza estaba constituida por la producción de bienes de consumo, mientras que en la Sociedad de la Información la base de la riqueza está dada por la Gestión de la Información y el Conocimiento, lo cual conlleva la utilización de nuevos enfoques en la solución de problemas y nuevos procesos que servirán para mejorar la vida cotidiana.
Uruguay es en tal sentido uno de los países más avanzados en la región, ocupando en 2016 por sexto año consecutivo la primera posición entre los países latinoamericanos en la medición mundial de Sociedad de la Información. Según el Índice de Desarrollo de las TIC (IDI) de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, Uruguay creció tanto en el acceso como en el uso de las tecnologías digitales, aunque se ha mantenido estable en cuanto a habilidades de los usuarios.
Según los resultados de una encuesta específica de acceso y uso de las tecnologías de la información y comunicaciones (Eutic 2016) divulgados en la víspera por el gobierno nacional en el marco del Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, es clara la tendencia a la reducción de la brecha de acceso y uso de las tecnologías digitales tanto a nivel de los hogares como de los individuos.
Por ejemplo, entre 2006 y 2016 los hogares con acceso a Internet pasaron de ser el 13% al 83%, con mayor incremento en los segmentos de población con menores ingresos económicos, que pasaron del 1% al 77%. En tanto, el uso de teléfonos inteligentes o smartphones, pasó de un 27% a un 74% entre 2013 y 2016 en la población mayor de 14 años.
Ahora bien, un tema interesante es preguntarse para qué usa la gente Internet y los dispositivos que permiten conectarse a la web.
En este sentido, la encuesta realizada en Uruguay identifica que el 33% de los usuarios uruguayos de Internet realiza un uso “básico” (buscar información, participar en redes sociales y chatear especialmente por WhatsApp), mientras que el 45% de los usuarios realizan usos definidos como “medios”, lo cual involucra además de lo mencionado anteriormente la recepción y el envío de correo electrónico, videollamadas, descargar y ver imágenes, música y videos, buscar direcciones o mapas en el celular, visitar webs del Estado y buscar información sobre trámites y normativa.
Finalmente un 21% de los usuarios realizan usos “avanzados”, que involucran los usos básico y medios más otros como ver televisión por Internet, consultar estado de cuenta, comprar por Internet con y sin pago electrónico, transferencias y pagos de servicios por e-Banca, iniciar trámites o pagar online servicios del Estado o trámites del gobierno; reservar restaurantes, vuelos u hoteles y, finalmente, ordenar o solicitar transporte por el celular.
Como puede verse, las manifestaciones e implicancias de la Sociedad de la Información tienen un impacto cotidiano en la vida de las personas. Pero aún hay mucha información que se desaprovecha. Hay millones de datos imperfectos, complejos y no estructurados de información útil en el contexto del desarrollo a los que es posible agregarle valor para hacerlos más entendibles y útiles para la gente.
Por ejemplo, el conocimiento obtenido del análisis avanzado puede complementar sobremanera la naturaleza experimental de la adopción de decisiones, que puede aprovecharse a los niveles nacional, regional e internacional. Y eso es algo que deben saber nuestros jóvenes en el momento de hacer sus elecciones profesionales y vocacionales y que en los años venideros serán necesarios más científicos de datos y las empresas deberán hacer más experimentación e innovación en esta área.
Los datos cobran cada vez más importancia para las organizaciones y empresas –fijémonos sino lo que hacen gigantes como Google o Facebook— porque la explotación es cada vez más evidente.
A su vez, en un mundo que cada vez utiliza más infraestructura de conectividad, seguramente irá en aumento la importancia los servicios y las aplicaciones, lo cual constituye un desafío para los gobiernos y el sector empresarial pero también una gran oportunidad para que nuevos actores de menor tamaño accedan al mercado con soluciones capaces de resolver necesidades locales. Los gobiernos han comenzado a abrir datos y generar innovación –incluso social— con base en la tendencia de datos abiertos.
En un entorno de datos abiertos, la participación ciudadana también es posible enfocada en temas locales. Por ejemplo, existe una iniciativa para trabajar con datos abiertos referidos a las crecientes y la navegabilidad del río Uruguay.
Los cambios y procesos tecnológicos vinculados a la Sociedad de la Información han sido vertiginosos y la mayoría de los gobiernos están tratando de promover y propiciar la constitución de redes de información que garanticen el acceso efectivo de los ciudadanos.
Uruguay es uno de los países más avanzados de Latinoamérica en el desarrollo en esta área, lo cual implica el desafío de crear no solo los soportes físicos e infraestructuras, sino también las habilidades que la gente necesita para interactuar con un mundo de la información cada vez más vasto. El dinamismo tecnológico nos empuja a sofisticar los usos y obliga a la adquisición de habilidades avanzadas en forma continua. Como plantea la encuesta divulgada ayer, es necesario avanzar en esa línea si queremos transformación con equidad.
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