Paysandú, Lunes 05 de Junio de 2017
Deportes | 17 Jul Uruguay recordaba ayer los 65 años de la inmensa e inigualable gesta de Maracaná. En Pando, la ocasión fue ideal para inaugurar una escultura en homenaje al “Negro Jefe”, a Obdulio Varela.
Pero a las 18.30 el mundo del futbol mundial se vio sacudido con la noticia de que Alcides Edgardo Ghiggia, autor del segundo gol de Uruguay con el que en aquel 16 de julio de 1950 la Celeste venció 2 a 1 a Brasil para transformarse campeona del mundo contra todos los pronósticos, desaparecía físicamente.
Ghiggia, el último sobreviviente de los gladiadores de las dos selecciones que protagonizaron la batalla en aquel abarrotado Maracaná, sufrió un paro cardíaco a los 88 años de edad.
El exdelantero, que residía desde hace varios años en la ciudad de Las Piedras, había sufrido en 2012 un duro accidente de tránsito que lo dejó politraumatizado, pero del que finalmente se recuperó.
En los últimos tiempos, Ghiggia fue reconocido en el mundo entero, e incluso por la FIFA.
“Solo tres personas hicieron callar el Maracaná: Frank Sinatra, el papa y yo”, repitió en varias ocasiones quien hasta pasados varios años de haber anotado aquel gol al arquero Barbosa no tomó dimensión de la locura que había realizado con 23 años.
“Es un recuerdo muy lindo porque uno hizo algo por el país nuestro, pero recién tomé conciencia de la magnitud unos años más tarde, cuando empezaron a escribir libros sobre el tema, y me preguntaban sobre eso”, explicó más de una vez.
Ghiggia nació el 22 de diciembre de 1926, y dio sus primeros pasos en el fútbol vistiendo la camiseta de Sudamérica (1945 al 48), pasó a Peñarol en 1948, siendo campeón uruguayo un año más tarde. Y también festejó en 1951. En medio, claro, estuvo el Maracanazo. El que marcaría con fuego no solo su historia personal sino la de todo un país que ayer, cuando pretendía reavivar la llama de aquella gesta, conocía la mala noticia de que se apagaba la última brasa.
Ghiggia se fue en 1953 a Italia, para jugar en la Roma durante ocho temporadas, y estuvo además un año en el Milan, equipo con el que ganó la Copa de Campeones de Europa en 1962/63.
Obtuvo, al ser nieto de italianos, la ciudadanía de aquel país e integró la selección azzurra, con la que anotó un gol.
Pero nunca más volvió a vestirse de celeste. “La única vez que me puse la camiseta celeste fue en ese Mundial (1950). Después no me citaron, seguramente porque estaba en Italia y en aquella época los repatriados no se usaban”, había expresado.
Volvió a Uruguay con 37 años, estuvo cinco en Danubio, y colgó los zapatos. Ayer, el último sobreviviente del Maracanazo se despidió para siempre. Y eligió una fecha que será eterna.
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