Primera | 12 May El parlamento brasileño decidía esta madrugada el futuro político de la presidenta, Dilma Rousseff, mientras que manifestantes a favor y en contra del juicio se hicieron notar en las principales avenidas del país.
Finalizados varios forcejeos judiciales esta semana que parecían trabar el proceso, tales como una anulación del presidente interino del Congreso retirada después y un recurso del gobierno que resultó rechazado por el Supremo, el Senado votaba el impeachment a la actual jefa del Estado, por lo menos 180 días.
La sesión del Senado resolvía la apertura formal del proceso de destitución y durante ese tiempo Rousseff no podrá ser presidenta, sino que asumirá el cargo su vicepresidente Michel Temer, hasta hace pocos meses su aliado político y ahora su peor enemigo. La presidenta vivirá una suerte de destierro en su propio Palacio de la Alborada, su residencia oficial, existiendo en un limbo judicial e institucional jamás visto en la historia de Brasil.
Durante la madrugada decenas de senadores tomaron la palabra para explicar su postura, en una extenuante sesión. Aún no se sabe qué pasos concretos dará Rousseff y hasta ayer se especulaba en que bajaría, esta mañana, acompañada por sus seguidores y un grupo de militantes, la rampa del Palacio presidencial del Planalto, en un acto simbólico de despedida. Pero ese acto ha sido suspendido, debido a que daba a entender, según integrantes del Partido de los Trabajadores (PT), que ella renunciaba a su cargo, algo que no está dispuesta a hacer.