Paysandú, Lunes 05 de Junio de 2017
Locales | 02 Mar Tras siete semanas de trabajo, el empresa belga Jan De Nul finalizó a principios de febrero el dragado del paso Casa Blanca en el río Uruguay, del kilómetro 196 al 200, entre las ciudades de Concepción del Uruguay y Paysandú. A mitad de año, tras su balizamiento, sustituirá a los pasos Almirón Chico y Grande para el tráfico de barcos, que ahora podrán tener una profundidad de 19 pies de calado (5,18 metros) y recibir embarcaciones de hasta 17 pies.
Finalizados los trabajos de profundización, el río Uruguay cambió su fisonomía entre Casa Blanca y la isla Almería, y resulta desconocido hasta para el navegante más experimentado. Actualmente es un desafío peligroso atreverse a salir del rumbo del nuevo canal, que además aún falta marcar. Es que nuevos bancos e islotes de pedregullo y piedra molida apenas afloran a la superficie con un río a dos metros sobre el cero de la escala del puerto de Paysandú; aunque algunos de ellos ya pueden catalogarse de verdaderas islas, ya que sobresalen más de un metro sobre las aguas.
Por otra parte, la boca entre las islas Almirón y Almería quedó prácticamente cerrada por los restos del dragado. En ese paso solo se podía navegar con precaución con el río alto, porque allí existe un gran banco de arena que solo se podía superar con cotas mayores a un metro; pero con el nuevo panorama ahora es directamente imposible.
A su vez, el trayecto entre Almería y la costa uruguaya presenta una gran cantidad de estos obstáculos propicios para encallar veleros, por su quilla, o romper hélices o patas de los motores fuera de borda de las lanchas. Es así que ya se han reportado innumerables varaduras de veleros que desconociendo el dramático cambio en el lecho del río, tomaron ese camino.
Los islotes –aún sin nombre– son una tentación para desembarcar, pero puede resultar muy riesgoso hacerlo. Dado que están “en el medio” del río, las aguas a su alrededor corren con mucha fuerza, y a solo unos metros de la nueva costa las profundidades pueden llegar a ser de tres o cuatro metros. Esa es precisamente la mayor dificultad para la navegación, puesto que los equipos de sonar para detectar profundidades –ecosonda– solo marcan lo que sucede debajo del casco de la embarcación y no lo que pueda haber delante. Y las variaciones de profundidad son abruptas, por lo que se puede estar con cuatro metros de agua y pasar en un abrir y cerrar de ojos a 40 centímetros, que es totalmente insuficiente para cualquier embarcación.
Desde la CARU siempre se entendió la importancia de señalizar correctamente cualquier obstáculo en el río, de forma de facilitar lo más posible la navegación deportiva. Tanto es así que hace unos años el organismo binacional imprimió un folleto con el detalle de los obstáculos existentes entre Colón y Concepción del Uruguay. Hoy ese catálogo quedó obsoleto con estos cambios, que serían imposibles de advertir.
Durante el anterior dragado del paso Almirón –detrás de la isla Almería– se tuvo la precaución de dejar los sedimentos extraídos sobre la costa de la isla, llevándolos con largos caños que vertían en los lugares elegidos. En este caso solo se tiró los vertidos a ambos lados de la canal.
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