Paysandú, Lunes 05 de Junio de 2017
Deportes | 23 Dic No hubo tiempo para lamentos. El descenso paulatino del río dejó al descubierto el desastre que provocaron las inundaciones, y fue tiempo de ponerse rápidamente en campaña para dejar atrás lo sucedido e intentar que las cosas vuelvan lo más rápidamente posible a la normalidad. Y en eso está el Club Remeros, que sufre al instante con cada centrímetro que escala el río. Las paredes de la planta baja muestran las secuelas. No quedaron vidrios en pie, y un par de botes sufrieron el embate de los hierros viejos y retorcidos que llegaron con la creciente, y que quedaron en la sala como un amargo recuerdo. La cancha de paleta todavía tiene agua en su interior y espera que el río siga bajando para poder ser desagotada. Una pared fue tirada abajo por la fuerza del agua, mientras que los baños deberán pasar por una refacción obligada, al igual que el resto de la planta baja del club de la costa.
“Abajo, el agua arrasó con todo. Hay que arreglar todo, pintar, cambiar vidrios... Justo cuando el club estaba comenzando a ponerse al día. Cuando volvés después de la creciente es como para ponerse a llorar. ¿Pero sabe qué? Tenemos la esperanza y la fuerza para sacar esto adelante”, dice el presidente del Club Remeros, Alfredo Sánchez, a quien la creciente perjudicó por partida doble, ya que también tuvo que dejar su casa.
La planta del club funciona con normalidad, al punto que la clásica actividad de verano, Remeritos, se puso en marcha sin inconvenientes. “En la piscina no tuvimos problemas, y las actividades ya están funcionando prácticamente a pleno. Esperamos que la próxima semana podamos comenzar a utilizar la planta baja, porque ya estamos lavando las paredes y con ganas de pintar con cal. Será todo un desafío, porque es una etapa muy dura en todo sentido; y también en lo económico”, aseguró.
“Las canchas de tenis quedaron destruidas y tendremos que reconstruirlas desde cero. Nada más el polvo de ladrillo cuesta $ 6.000 la tonelada; y necesitamos cuatro. Solo para comenzar, estimamos que vamos a tener que recurrir a unos $ 60.000”, lamenta Sánchez, que no se cansa de repetir que esta situación encontró al club en una posición alentadora en lo económico --logrando pagar después de mucho tiempo la totalidad del aguinaldo a sus empleados--, que podría complicarse. Unos 20 socios se borraron durante las inundaciones, pero no todas son malas. Es que este desolador panorama en el que quedó el Remeros luego de que el río brindara un respiro, permitió también encontrarse con asociados, deportistas y allegados que sí tienden una mano en forma desinteresada. “Hay muchos remeros y nadadores que están comprometidos y sienten lo que es: que el club es de todos. Están colaborando con la limpieza de las instalaciones, y eso es gratificante”, afirmó Sánchez, cuyas palabras transmiten orgullo al asegurar que eso ha permitido que las actividades (salvo el tenis y la paleta) hayan retornado a pleno a la institución.
El presidente del club del rombo blanco, que afirmó que se solicitará ayuda económica al Ministerio de Turismo y Deporte para sobrellevar la situación, no dejó de destacar la gran ayuda que prestaron varias instituciones durante estas duras semanas, colaborando para que el Remeros pudiera seguir ofreciendo algunas de las actividades a sus asociados.
“El Centro de Canillitas nos ayudó muchísimo y en forma desinteresada, por lo que estamos eternamente agradecidos. También Wanderers nos dio una mano sin cobrarnos nada, así como el Golf Club, que nos facilitó dos canchas de tenis en forma gratuita. También el Club de Pescadores, que colaboró con una chalana”, contó.
El Remeros comienza una nueva etapa, aunque ya conocida. El río dio un respiro y el club de la costa tendrá que luchar, como cada vez que el paterno juega una mala pasada, para levantarse y mantenerse en pie.
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