Locales | 14 Feb Tal como manifestara públicamente el ex intendente Julio Pintos, las rutas 26 y 90 presentan un fuerte deterioro por falta de mantenimiento que dificulta el tránsito vehicular.
En algunos casos, los baches son de tan grandes dimensiones que significan un riesgo para los vehículos livianos, en especial cuando no existen posibilidades de evitarlos porque ocupan buena parte de la senda y coinciden en un punto donde se registrará el cruce con algún viajero circunstancial que se dirige en sentido contrario. Esta situación ameritó la solicitud por parte del intendente al Ministerio de Transporte y Obres Públicas para que ambas rutas sean consideradas en el próximo presupuesto para ser reconstruidas en su totalidad, lo que hasta el momento no ha recibido oficialmente ninguna respuesta positiva. En recientes viajes realizados por periodistas de EL TELEGRAFO pudimos constatar el estado deplorable de dichos caminos, aunque no son la excepción y existen otras rutas y tramos que están tan mal o aún peor que éstas. Tal es el caso de ruta 25 desde Algorta –donde muere en ruta 90—hasta Young, o de la ruta 3 al sur de Trinidad. En base a nuestra experiencia presentamos este escueto informe.
Ruta 26
Está deteriorada en el trayecto desde el empalme con ruta 3 hasta Tambores, en el kilómetro 200. De todas formas, el peor tramo es el comprendido entre el kilómetro 50 y el 135, donde además de los incontables baches no existen banquinas ni señalización, en especial las franjas que delimitan la faja pavimentada, que son muy importantes para guiarse en la noche. Entre el 135 y el 163 está algo mejor, mientras que entre el 161 y 173 hay una cuadrilla del Ministerio trabajando en un bacheo liviano, con una aplanadora y unos pocos funcionarios a cargo. Luego vuelve a estar mal hasta el kilómetro 192 próximo a la entrada a Tambores, y de ahí en más hasta Tacuarembó está impecable, bien señalizada y pavimentada.
Rutas 90 y 25
La ruta 90 está aún peor que los peores tramos de la 26, en especial entre Piedras Coloradas –kilómetro 50-- y Pandule. Este tramo junto a la ruta 25 soporta todo el tránsito pesado de troncos desde Piedras Coloradas hacia Fray Bentos, y es considerada la “ruta de la madera”. Sin embargo nunca fue finalizada la obra de adecuación a las nuevas cargas, por lo que hoy está casi intransitable para los estándares de una ruta nacional, incluso uruguaya. La 25 en cambio fue hecha a nuevo oportunamente pero jamás recibió mantenimiento. Es así que actualmente está deshecha desde Menafra hasta Young, con baches capaces de destruir un neumático, en toda su extensión, lo que obliga a reducir la velocidad a paso de peatón en algunos casos. La ruta 25 atraviesa todo el departamento de Río Negro, por lo cual no fue incluida en la solicitud de Pintos al Ministerio de Transporte, pero también es la conexión obligada de Guichón con la ruta 3 hacia Montevideo.
Ruta 3
De esta ruta ya se ha dicho bastante, e incluso jerarcas del gobierno han prometido el arreglo de los peores tramos en un futuro cercano. Mientras tanto los huellones formados por el tránsito pesado siguen siendo un gran riesgo para los vehículos livianos entre el puente del río Negro y Trinidad, en especial los días de lluvia.
El hundimiento del pavimento es tal que se aprecia a simple vista con la luz del sol, en las sombras que produce a lo largo del camino. El peligro está siempre presente cuando es necesario superar otro vehículo, frenar o cambiar de senda, porque al cruzar el escalón de bitumen se produce un fuerte movimiento en la dirección que cuesta controlar, mientras que los días de lluvia la formación de senderos de agua paralelos a la ruta aseguran un hidroplaneo constante de 50 kilómetros de extensión.
Al sur de Trinidad hasta el kilómetro 150 el problema son los verdaderos cráteres que tapizan la ruta. Son profundos, de bordes filosos y en muchos casos imposibles de evitar.
Ya han habido casos de cubiertas explotadas y llantas deformadas por caer en ellos, aún a velocidades moderadas. Se han visto cuadrillas de trabajadores haciendo el bacheo correspondiente, pero el estado actual del pavimento requiere de una intervención más profunda, por lo cual los arreglos duran lo que un suspiro.