Paysandú, Lunes 05 de Junio de 2017
Deportes | 03 Jul Estadio: Soccer City (Johannesburgo). Espectadores: 84.017. Árbitro: Olegário Benquerença (POR)
Uruguay: Fernando Muslera; Maxi Pereira, Diego Lugano (Andrés Scotti 38), Mauricio Victorino, Jorge Ciro Fucile; Álvaro Fernández (Nicolás Lodeiro 46), Egidio Arévalo Ríos, Diego Pérez, Edinson Cavani (Sebastián Abreu 76); Diego Forlán, Luis Suárez. DT: Oscar Washington Tabarez.
Ghana: Richard Kingson; John Paintsil, John Mensah, Isaac Vorsah, Hans Sarpei; Anthony Annan; Samuel Inkoom (Stephen Appiah 74), Kwadwo Asamoah, Kevin-Prince Boateng, Sulley Muntari (Dominic Adiyiah 88); Asamoah Gyan. DT: Milovan Rajevac. Goles: Muntari (45+2), Forlán (55).
Amonestaciones: Uruguay: Fucile (20), Arévalo Ríos (48), Diego Pérez (59). Ghana: Paintsil (54), Sarpei (77), John Mensah (93)
Expulsado: Suárez (120+1).
Incidencia: A los 120 + 2 Gyan falló un penal para Ghana.
Avísenle a Maradona que se le terminó. Que ya no seguirá hablando de la Mano de Dios, porque ahora tiene otro dueño. Díganle que aquel gol con la mano en el Mundial del ’86 frente a Inglaterra, con la que su equipo se puso en ventaja en el tanteador, es nada comparada con una mano de sacrificio, que brotó del corazón.
Explíquenle que acá nadie quiso engañar al mundo, sacar ventaja deportiva. Que la nueva Mano de Dios, la que brotó del alma de Luis Suárez y que se fundió con las manos de todo un país, le permitió a un equipo solidario y luchador salvar una incidencia complicada. Y que, más allá de cómo terminó todo, tuvo su consecuencia para el infractor.
La Mano de Dios es toda celeste. Nació de la reacción del delantero salteño, el que después de anotar tres goles en el Mundial tuvo que vestirse de golero para sacar una pelota que dejaba afuera a Uruguay del Mundial. Fue en el último instante del alargue de un partido extenuante frente a Ghana, que estaba 1 a 1. Fue la única reacción posible de un jugador que, parado en la línea de gol de su propio arco, sacó primero como pudo una pelota enviada por Gyan, pero el balón quedó ahí, boyando; y Adiyiah lo mandaba a la red de cabeza. Y volvió a aparecer Suárez, manoteando con desesperación la pelota, para evitar la caída de su arco más allá de las consecuencias. Y esa mano que le costó la expulsión, terminó siendo clave para que Uruguay sellara su clasificación a las semifinales del Mundial de Sudáfrica 2010. La Celeste no jugó como se esperaba. Todo se hizo cuesta arriba más allá de que en los primeros 25’ del partido ante Ghana fue protagonista. Intentó darle velocidad al juego, subida permanente por las puntas. Tuvo Uruguay innumerable cantidad de pelotas quietas a favor, pero no había caso. Y encima, el golero tuvo –pese a su poca calidad—un día de suerte.
Los africanos reaccionaron. Pusieron primera, segunda y tercera, y comenzaron a complicar por todos lados mientras el árbitro veía las mismas jugadas de una manera para los celestes, y de otra para quienes prácticamente fueron locales. La cosa estaba fea e incluso Uruguay debió sacar a su capitán, Diego Lugano, por lesión.
Y Ghana seguía embalado, pero desperdiciando las tres o cuatro ocasiones clarísimas que originó.
Cuando parecía que se iban al descanso con un cero en cada arco, Uruguay dejó patear a Muntari de afuera del área. Y la clavó contra el caño izquierdo de Muslera para hacer delirar al Soccer City.
Estaba fea. Pero sabiendo que había que meter pechera a como diera lugar, Tabárez se la jugó y le dio ingreso a Lodeiro para tener más la pelota. Y el equipo intentó reaccionar más allá de que quedar mal parado en un par de ocasiones.
Dejando todo, supliendo el buen fútbol con el corazón, el empate llegó en los pies de Forlán, que marcó la igualdad de tiro libre. Y bien tuvieron los celestes la chance de dar vuelta la historia, aunque Ghana no aflojó nunca.
El alargue se veía venir, y las interrogantes de cómo respondería físicamente el equipo uruguayo no tenían respuesta. Pero aguantó; generó alguna en el primer chico, y se salvó en el segundo.
El partido se iba. No quedaba nada y los penales estaban a pasitos del segundero. Y llegó esa mano de Suárez. Que significó penal para Ghana y expulsión para el delantero, que se jugó la ropa sabiendo que la pelota entraba. Desviarla con lo que fuera era la salvación. Y apareció la Mano de Dios, no solo para salvar ese momento interminable, sino para levantar unos milímetros el travesaño del arco de Muslera, donde se estrelló el remate de Gyan. No se le podía escapar a la Celeste.
Quedaban los penales, esos que son a suerte y verdad… hasta por ahí nomás. Porque Muslera, que días atrás había estudiado a los rematadores ghaneses por Internet, se aprendió la lección. Y atajó dos. El “Mono” Pereira tiró el suyo arriba luego de que habían marcado Forlán, Victorino y Scotti. Y Llegó el turno del “Loco” Abreu que, con toda su locura a flor de piel, le picó la pelota al arquero.
Sí señores, Uruguay está en semifinales. Salte, pellízquese y festeje. No se despierte. Uruguay está entre los cuatro mejores del mundo. Y se adueñó de la Mano de Dios. STB
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