Locales | 01 Abr “Como intendente departamental declaro abierta la 47ª edición de la Semana de la Cerveza de Paysandú”, dijo Bertil Bentos a las 21.43, cuando con un golpe seco realizó el espichado del primer barril de cerveza, con lo que quedó inaugurada la mayor fiesta de la región. La rubia cerveza fue llenando una jarra conmemorativa que luego alzó en señal de brindis el intendente.
“Les estamos dando la bienvenida a todos los turistas que están llegando a Paysandú. A todos la más cordial de las bienvenidas. Y reitero el pedido de siempre a todos los sanduceros, que nos transformemos todos en buenos receptores de los turistas, para que se sientan de la mejor manera posible y como en su propia casa”, agregó.
Hubo fuegos artificiales “fríos”, cañones de papel picado y una cinta de pólvora fue dibujando el nombre de la fiesta.
Una celebración que crece desde 1966, el primer año; que es parte indisoluble del ser sanducero, y que es una manera más de expresarnos y de mostrarnos tal y cual somos, con nuestros logros, nuestros sueños y también contradicciones. Y vaya el profundo reconocimiento a aquel puñado de valientes, apenas un millar, que en 1864-65 defendieron la ciudad y firmaron un testamento que legó a las generaciones que siguieron el coraje, el valor, el amor y el respeto por la libertad.
Esto y más se recordó desde el escenario “Jorge Gavary”, como se llama el del Anfiteatro del Río Uruguay en la Semana de la Cerveza, cuando alumnos de cuarto y quinto año del Colegio Nuestra Señora del Rosario --según idea de Andrés Cairo sobre textos de José Rivero Horta-- recrearon aquellos 33 días donde faltó de todo pero sobró coraje y valor. Desde la estampa ciudadana de una comunidad aplicada a sus tareas habituales hasta el inminente comienzo de las hostilidades, después que la plaza rechazara rendirse. El primer bombardeo del 6 de diciembre, el retiro de mujeres y niños a la Isla de la Caridad y la defensa palmo a palmo del perímetro, dejando en cada trinchera pruebas de estar dispuestos a entregar todo por la enseña nacional que orgullosa ondeaba en la iglesia.
El público aplaudía cada cuadro escénico, premiando a ese puñado de niños que homenajeaba la historia más singular de esta ciudad, que la ha hecho heroica no aquí, sino en toda América. En la pantalla detrás del escenario, fotos de época, históricas y en todo el anfiteatro, un comienzo muy diferente de la Semana de la Cerveza, recordando que en verdad la historia de la defensa y la caída de Paysandú es la más fiel representación de una ciudad de vencidos convertidos en vencedores. Durante veinte minutos, el público, alrededor de 8.000 personas en el hemiciclo, se dejó atrapar por la historia plena de coraje y valor que tan bien conoce, y por el candor y la ternura de los escolares que se enfrentaron a una experiencia inédita en sus cortas vidas, la de actuar y mantener la escena en un escenario tan grande y ante un público tan numeroso.
El último aplauso fue de pie. Prolongado, fuerte, sincero y merecido. La inauguración de la 47ª Semana de la Cerveza este año fue diferente a las otras cuarenta y seis ediciones. Aquí lo que importó fue la propia ciudad más que la bebida que convoca todos los años. Lo que se expuso fue el orgullo de una ciudad que en pleno siglo XXI vuelve a sentirse heroica en cada defensa de sus industrias, de su comercio, de su educación y de su cultura. El público se dejó atrapar por la presencia de niños representando el pasado más glorioso. Dispuestos a vivir y transformar el futuro que les pertenece. Ese que la gesta de Leandro Gómez, sus hombres y sus mujeres hace posible. Porque aquellos defendieron la libertad. Y es esa libertad la que permitirá que estos niños, mañana hombres, sigan impulsando Paysandú y la misma Semana de la Cerveza, que año a año volverá a reeditar el golpe seco en el barril para que se vierta la rubia cerveza, y comiencen los nueve días que cada año los sanduceros nos reservamos para nosotros mismos y para todos los que nos visitan.