Paysandú, Lunes 05 de Junio de 2017
Locales | 06 Ago Prácticamente donde termina la zona urbana de Paysandú, al fondo del barrio Curupí y junto al pozo de bombeo, hay un terreno protegido por un alambrado -lleno de agujeros-, con un galpón hecho de chapas usadas rodeado de hierros y trozos de metal, partes de ventiladores, botellas y cartón entre un sinnúmero de cosas que tienen algo en común: son elementos reciclables.
Para los siete sanduceros integrantes del grupo de recicladores, esa es su fuente de trabajo, cuya materia prima es, la mayoría de las veces, las cosas que los demás sanduceros ya no quieren tener en sus casas, o lo descartable de las oficinas y comercios.
Ya hace seis años que el grupo, que tuvo desde entonces dos nuevos ingresos, está reunido en pos de esta fuente de trabajo. “En 2006 empezamos con las reuniones para organizarnos, y en 2008 conseguimos este terreno con el PIAI’’ recordaron. Desde entonces, han ido desarrollando esta forma de trabajo que día a día se afianza.
JORNADA COMPLETA
Trabajan en la calle, recolectando material, entre las 9 y las 13. Salen con sus cuatro carros especialmente fabricados para cargarlos con cuanta materia prima puedan. Al principio, la idea era llevar cada carro con una bicicleta, y así fue al principio de la donación hecha por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) pero después la fuerza de los hechos se impuso: era imposible tirar con una bicicleta cuando van tan cargados, sobre todo ahora con la ‘’descacharrización’’. La solución fue entonces llevar los carros caminando, y tener una esquina prevista para que los carros sean descargados y un camión, solidariamente dispuesto por alguna repartición del Estado, les acerque los artículos al predio de reciclaje.
“Los camiones de la Intendencia a veces nos fallan, pero cuando le pedimos al Ejército o la Policía siempre son cumplidores y puntuales, subimos todo lo que se juntó y lo descargamos acá”, comentaron a EL TELEGRAFO.
Tienen acuerdos con diversas empresas privadas y públicas, que les juntan cartones y otros elementos que ellos, el día dispuesto, van a levantar. O con los juzgados, que les llevan hasta el predio los papeles y cartones que, ya sin interés para la Justicia, son desechados.
LA DESCACHARRIZACIÓN
En estos días tuvieron una tarea extra, pero de particular interés para la salud de los sanduceros, participando activamente en la “descacharrización” en el marco del combate contra el mosquito Aedes Aegypti, transmisor del dengue. “Recorrimos varios barrios levantando todo lo que podía ser un recipiente donde naciera el mosquito”, explicaron, entusiasmados por la tarea. Además, cuando levantaban esos elementos específicos, mucha gente les ofrecía llevarse otros “cacharros” que tenían, por lo que un viaje a un barrio podía significar levantar ese día, o los siguientes, todo tipo de cosas para otros ya innecesarias.
De tarde y mientras haya luz natural clasifican lo recogido en la mañana, o lo que les traen. Botellas de vidrio, cartón, plástico y distintos metales son los principales elementos que clasifican y venden. Pero se recoge mucho más, incluyendo algunas cosas que son transformadas para darle otra utilidad o les son útiles.
YA LES QUEDA CHICO
En el galpón van guardando los artículos según la clasificación hecha, pero “se llena con facilidad cuando juntamos mucho cartón, porque ocupa lugar y todavía no tenemos una prensa”. También tienen como problema que “el galpón está hecho con chapas usadas, y se llueve, lo que a veces nos complica. Íbamos a hacer el galpón de material, y teníamos 36 bolsas de portland de 50 kilos guardadas, pero nos las robaron. Cortaron el alambrado por el fondo y se llevaron el portland en dos carros”, comentaron apesadumbrados. Les falta también un poco de relleno para nivelar el terreno, e instalar electricidad en el galpón ‘’para tener una lamparita y para cuando venga la prensa’’.
Bien frente al portón de acceso al predio (que siempre está abierto, porque de todas maneras el alambrado está roto en varios lugares) hay una columna de alumbrado público, pero no funciona. “Hay gurises que salen con la honda y rompen las lámparas”, lamentaron los entrevistados, y “cada tanto vienen de la Intendencia y cambian la lámpara, pero no le ponen una rejilla protectora y la rompen de nuevo”.
SEGÚN EL DOLAR
De todas maneras, salen diariamente a buscar todo aquello que la sociedad va dejando de lado y que puede ser reciclable. “Trabajamos para alcanzar lo que llamamos los circuitos limpios”, explican sobre su tarea. Y así lo cumplen, por ejemplo, en los colegios Liberty y Mafalda, en la iglesia evangélica de calle Florida o en las cooperativas Covisan 6 y 8, donde dejan los bolsones para que los vayan llenando de esos elementos reciclables y levantarlos generalmente una vez por semana.
Esta semana recibieron de uno de sus tres compradores locales una ‘’casamba’’, un contenedor mediano y sin techo que ellos completan con toda la chatarra que recogen en Paysandú. ‘’Una vez que la completamos, viene el camión que la carga y se va para Montevideo’’, explicaron. Los precios de los distintos reciclables ‘’son variables, porque no hay precio fijo en pesos, es según el valor del dólar’’.
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