Paysandú, Lunes 05 de Junio de 2017
Locales | 11 Oct Preocupación, indignación e incertidumbre por el futuro. Así se puede definir lo que viven productores que poseen sus emprendimientos productivos al fondo del camino de Santa Kilda, que a pesar de advertir oportunamente al alcalde de Quebracho, Mario Bandera, de la erosión que se registraba en una pequeña cañada, hoy se ven impedidos de acceder normalmente –lo hacen sólo a pie-- debido al desmoronamiento de la tierra, y el peligro que aún ocasiona.
Hasta hace seis meses se puede decir que todo era normal en la zona, a pesar de las dificultades que se genera al trasladarse por un camino vecinal que tiene sus últimos kilómetros con escaso mantenimiento. Dos son las formas que los productores tienen de acceder hasta el final de ese camino. Ingresando en el kilómetro 422 de Ruta 3, conocido como Camino al Palmar –el de mejor estado debido al mantenimiento que efectúan las empresas forestales--, o el del kilómetro 428, que tiene más curvas pero menor mantenimiento, por lo que en días de mucha lluvia –como aconteció recientemente--, es prácticamente imposible transitarlo.
En donde ambos caminos se unen, comienzan las peripecias. En la víspera, al dirigirse EL TELEGRAFO a la zona con un productor, quedó en evidencia que en un automóvil sería muy difícil llegar, teniéndose en cuenta la dificultad para transitar una camioneta con buenos neumáticos por el camino resbaladizo. “Estas cosas pasan desde hace mucho tiempo, y no nos vamos a quejar por esto. Son algunos tramos complicados pero se pasan a pesar de la derrapada”, enfatizaron los productores.
Pero el gran problema surge unos cinco kilómetros antes del final del camino. Allí pasa una cañada –que ni siquiera nombre tiene-- y en la cual los productores comenzaron a notar serios problemas desde hace unos seis meses. “Cuando vimos que la tierra comenzaba a desmoronarse y se formaban más grietas, dimos cuenta al alcalde de Quebracho, Mario Bandera, de la situación”, explicaron. “En una reunión que se realizó en Santa Kilda, a donde concurrió el intendente Bertil Bentos con toda la plana mayor de la Intendencia de Paysandú, les dije que ese paso estaba espantoso y que se estaba rompiendo”, precisó a EL TELEGRAFO Lauro Blanc, quien aclaró que el alcalde Bandera le dijo que “conocía la zona”. Sostuvo que en febrero, cuando en la zona se registraron lluvias superiores a los 300 milímetros, “el terreno se comenzó a socavar, por lo que en marzo comenzamos a tratar de hablar con el alcalde de Quebracho. El 29 de abril estuve en la Junta y pretendí hablar con él y no estaba. De todas formas, dejé dicho que en mi campo había piedra si era necesaria para los trabajos a realizarse”.
“Pero lo que realmente nos preocupa es la calzada que nos corta el camino, no podemos hacer nada y tenemos que salir en helicóptero, porque tanto para abajo como para arriba la cañada no da lugar”, expresó con resignación el productor. Recordó que volvió a hablar con Bandera el 8 de julio, cuando se realizó una fiesta de los nacionalistas en la Exposición Feria de Paysandú y le planteó nuevamente el problema. Porque el camino “continuaba desmoronándose y no vislumbrábamos ninguna solución por parte de la Intendencia”, indicó.
Incluso “nos dijo que se podían cortar algunos eucaliptos más arriba, o ir a sacar piedras de un cerro que tengo en mi predio –el cual yo ofrecí-- para acomodarlo, pero ahora más queda en evidencia que esto es un trabajo para un ingeniero civil”. “Por no venir cuando le advertimos la situación, ahora esto no se arregla con una maquinita, sino que tiene que venir un ingeniero civil para que lo acomode”, dijo el productor, visiblemente desilusionado y amargado, porque ya piensa cuando en algunas semanas tenga que cosechar el trigo y, si no arreglan el paso, perderá toda la producción.
Cuando EL TELEGRAFO llegó al lugar, aguardaba el presidente de la Asociación de Colonos del Uruguay, Diego Henderson –productor de la zona--, quien dialogaba con Ruben Bitancor, colono que indicó: “Nos aumentaron la renta y ahora no puedo sacar la producción porque apenas que pasamos de a pie”.
Precisamente, este colono pasó por el citado paso a la mañana del martes, pero al retornar próximo a las 20 junto a su familia, se encontró con “la novedad” que no podía pasar. Dejaron el vehículo a unos 300 metros y se fueron caminando –en plena noche-- a su casa, distante a tres kilómetros. Al día siguiente, retornaron en moto para ubicar a la camioneta en otro lugar, ya que no podrán volver a hacer el trayecto normalmente hasta que el problema tenga solución.
“En mi caso --dijo Blanc--, tengo que dejar el vehículo metros antes de la calzada, pasar a pie y caminar cuatro kilómetros hasta mi casa. Allí, subir al tractor y volver a la camioneta para cargar las cosas que traigo y volver al predio”. “Todo esto se podría haber evitado si nos hubieran tenido en cuenta cuando lo planteamos”, acotó. Los productores recordaron que hace algunos días atrás, “el agricultor Roberto Knech habló con Bandera y le pidió que solucionar esto antes del 10 de octubre porque tenía que ingresar con sus máquinas para el inicio de la siembra de verano. Justamente el día antes se desmoronó todo y quién sabe cuándo podremos volver a pasar”.
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