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Paysandú, Lunes 05 de Junio de 2017

Ni calor, ni altura: estaba Messi y Cía.

Deportes | 13 Oct Argentina 3 Uruguay 0
Escenario: Estadio Malvinas Argentinas de Mendoza. Arbitros: Leandro Vuaden, Altemir Hausmann y Roberto Braatz (brasileños).
Argentina: Sergio Romero; Pablo Zabaleta, Ezequiel Garay, Federico Fernández y Marcos Rojo (67’ Hugo Campagnaro); Fernando Gago, Javier Mascherano y Ángel Di María; Sergio Agüero (79’ Pablo Guiñazú), Lionel Messi y Gonzalo Higuaín (83’ Hernán Barcos). DT: Alejandro Sabella.
Uruguay: Fernando Muslera; Maximiliano Pereira, Diego Lugano (64’ Andrés Scotti), Diego Godín y Martín Cáceres; Álvaro González (71’ Cristian Rodríguez), Egidio Arévalo Ríos, Walter Gargano y Edinson Cavani; Diego Forlán y Luis Suárez. DT: Oscar Tabárez.
Goles: 65' y 79’ Messi, 75' Agüero. Amonestados: Martín Cáceres, Diego Lugano, Diego Godín, Maximiliano Pereira (U).

¿Da para dramatizar? Todavía no. ¿Está complicada? Como siempre. ¿Era esperable? Totalmente.
El hecho de que Argentina haya goleado por 3 a 0 a Uruguay en Mendoza, y haya cerrado la primera rueda de las eliminatorias como el mejor equipo en la tabla de posiciones, no es sorpresa alguna. Y tampoco la forma en la que ganó el clásico del Río de la Plata en esta 9ª fecha del camino premundialista rumbo a Brasil 2014.
Más allá de que el fútbol es uno de los pocos deportes en los que el equipo supuestamente en inferioridad de condiciones puede salir airoso, también puede decir que en la gran mayoría de los casos hay lógica en el resultado.
Hay excepciones, claro. Y Uruguay sabe de eso. Pero esta vez no pudo calzarse el traje de aguafiestas como tantas otras veces. Y es lógico.
Es lógico si se pone una de las mejores versiones de Argentina frente a una de Uruguay que está lejos de lo que supo ser hace no mucho tiempo. Es comprensible si se tienen de un lado jugadores que son la envidia del fútbol mundial, y del otro lado a un equipo que cuenta con muchas piezas que están lejos de su nivel de otrora.
Es lógico. Lo suficientemente lógico como para que la goleada ante Argentina no sorprenda más allá de que tire la camiseta. Anoche, el equipo de Oscar Tabárez hizo lo que pudo ante un rival que no le dio respiro. Era lo que se esperaba; ni más, ni menos.
Era sabido que Argentina iba a plantear el equipo en la cancha contraria, y el libreto para contrarrestar a Messi y compañía era claro: no había que tener fisuras en defensa y había que pelearlas todas en el medio, sin ceder espacios.
Pero luego se tendría que atender la otra parte del libreto: la buena entrega de la pelota para generar jugadas de riesgo en las que se debería ser efectivo. Y allí se falló por completo.
En el primer tiempo Uruguay juntó sus dos líneas de cuatro y apretó los dientes intentando frenar a como diera lugar a esos tipos que tienen al arco entre ceja y ceja. Arévalo Ríos estuvo muy cerca de cometerle penal a Agüero, pero el árbitro la dejó pasar. Y Messi se las ingenió para hacer de las suyas pese a que no siempre tuvo el espacio necesario para dibujar.
Argentina dominaba, Uruguay se las rebuscaba, y las manos de Muslera cada vez fueron más importantes.
Los de Tabárez parecieron despertar cerca de la media hora. Cavani, sacrificado como siempre a una posición en la que es intrascendente más allá de las ganas, se animó y remató al arco en una de las escasas ocasiones en las que se desdobló al ataque. Pateó desviadísimo, pero fue lo mejor que pudo mostrar el equipo hasta ese momento. Y casi como respuesta Messi hizo de las suyas, estrellando la pelota en el travesaño.
Suárez tuvo un par de acercamientos al arco pero, más allá de que la primera jugada incluyó un caño en el área, Argentina estaba tranquila, sabiendo que el partido estaba controlado. Pero lo debía reflejar en el arco rival.
Para eso le alcanzó a los albicelestes apretar en serio el acelerador. Primero, Lugano casi se hace expulsar tontamente por una durísima entrada ante el golero, y con el paso de los minutos pediría salir de la cancha por lesión.
Y, casualidad o no, terminó siendo fatal: apenas salió el capitán celeste Messi marcó la apertura ganándole a Scotti, recién ingresado, tras un centro rasante. Después fue Agüero el que festejó tras una buena jugada que se originó. Y Messi terminaría de liquidar las cosas con un inteligente tiro libre, por bajo, aprovechando el salto de la barrera.
Fue casi un baile. Y clara muestra de ello fue la impotencia de Maxi Pereira al propinarle dos codazos a la estrella argentina del Barcelona, insólitamente sin consecuencias para el celeste.
Uruguay hizo lo que pudo con aquella parte de aguantar y abroquelarse. No lo hizo mal en el primer tiempo. Pero no se acordó del resto. Y la derrota, por lo tanto, fue lógica y para nada exagerada.
Esta vez no hubo sorpresas. Ni de un lado, ni del otro. Fue un cachetazo del que Uruguay deberá levantarse ante Bolivia el martes. ¿Difícil? Más que nunca, y sin los suspendidos Lugano, Godín y Cáceres.


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