Locales | 21 Oct LLANTO DE PERRO, de Andrés Binetti. Círculo de Teatro Dolores. Dirección: Roberto Buschiazzo. Iluminación: Emmanuel Saravia. Sonido: Inés Silva. Con: Virginia Gonet, Horacio Griego, José Bonti, Laura Gonnet. Unione e Benevolenza. Domingo 20 de octubre de 2013.
En la soledad, vaya uno a saber dónde, hay una casa, un rancho o como se llame eso apenas habitable. Una mujer y dos hombres (hermanos), Gome, Zuare y Pere, asexuados porque no tienen nombre de pila que los identifique, viven libres a su modo (que es bien parecido a no serlo), unidos por ser diferentes (aunque por solos ni siquiera pueden comparar), entre la inocencia y la crueldad, entre la casa y la caza, entre los pequeños secretos que los unen y los enfrentan. A ese lugar llega Rebecca, una encuestadora que poco a poco es absorbida, atrapada, encerrada. Al mismo tiempo, incorporada, adoptada. En ese lugar más lejano que el olvido sólo es posible llegar para quedarse, cada cual tiene sus muertos en el placard. Suare y su perversión sexual con animales expuesto sin semitonos; Gome y el incesto; Pere que tolera todo y hace nada.
Cuando llega la encuestadora hay un choque de culturas, de civilizaciones. Mas triunfa lo primitivo, lo precario, lo bestial. Triunfa lo salvaje, quizás el verdadero instinto de conservación del ser humano, privado de todo menos de su decisión de vivir.
El argentino Andrés Binetti expone en esta obra un humor negro perverso, que hace reflexionar y a la vez provoca interrogantes. Pone en duda el concepto de civilización y de convivencia. Y más allá de su humor, es un drama a toda regla.
La propuesta del grupo de Soriano, empero, apunta a la tragicomedia y no atiende debidamente a la progresión de los personajes, que se mantienen prácticamente iguales desde comienzo a fin, como si los sucesos no los impactaran ni los transformaran.
El elenco se refugia en una estructura de personaje antes que en un personaje en sí mismo. La manera de acercarse a cada uno de ellos es exterior, sin que aparezcan esos elementos que primero convencen al actor de quien es en escena y de su historia, para luego atrapar al espectador. Se apoyan, sí, en lo grotesco y en la máscara del bufón.
Lo que parece es que no se ha valorado debidamente el texto (multipremiado) y lejos de enfatizar el humor negro desde el drama, que es precisamente la intención del mismo, todo queda en exponer el humor desde la tragicomedia y a veces directamente la comedia.
Hay sí que valorar el interés en llevar a escena un teatro contemporáneo, descarnado y cruel. A veces hay que mirar lo peor de nuestra existencia para poder hacer lugar a lo mejor. A veces hay que hacer como los perros: llorar. Porque así, siempre, alguien vendrá a por nosotros. E.J.S.