Paysandú, Lunes 05 de Junio de 2017
Locales | 17 Nov La industria frigorífica tuvo un año complicado por los altos precios de las haciendas, y en el caso del Frigorífico Casa Blanca el 2013 “fue muy malo hasta setiembre”, dijo a EL TELEGRAFO el principal de la industria local, Eugenio Schneider.
Explicó que “el precio del ganado no permitía ganar nada, al contrario, se perdía. La primera vez en el año que empatamos fue en setiembre y en octubre ganamos”, afirmó, aunque con esa ganancia “no nos llenamos de oro, pero pudimos pagar algunas deudas que habíamos contraído para poder seguir funcionando”.
Según Schneider, “esto no es un negocio que se pueda parar. Tenemos abasto, tenemos nuestros clientes con quienes cumplir y pasar de existir a no hacerlo, es muy rápido. No se puede cerrar un frigorífico. Lo pueden hacer quienes tienen cuatro, cierran uno o dos y después los abren. Pero si nosotros cerramos se desarma todo el negocio, porque tenemos un montón de personas que dependen de nosotros, distribuidores en Salto, en Montevideo, clientes grandes que nos compran cientos de miles de dólares por mes, y si los dejamos sin carne tienen que armar la cadena en otro lado. Entonces tenemos que trabajar a pérdida y rezando para que las cosas mejoren”.
BAJÓ EL PRECIO
Y en setiembre la situación mejoró, porque “el ganado bajó a un precio normal, estamos competitivos con Brasil y Paraguay”. Detalló al respecto que “tradicionalmente el 78% de nuestros egresos es para pagar haciendas. Esta es la cifra que, fluctuando entre el 76% y el 80% se dio durante años, y este año fue el 83%, por lo que prácticamente trabajamos para pagar la hacienda y no nos queda resto para mantener inversiones. Y tampoco se puede dejar de invertir, porque hay cosas imprescindibles”.
Sobre por qué, como en otros negocios, si tienen costo más alto no venden más caro, dijo: “No podemos trasladarlo al precio”, y “Fricasa está tranquila que los precios en que vendemos a China o a Chile son buenos, no estamos en inferioridad de condiciones que otras plantas, además hablamos con los colegas. Si yo les decía que perdía 200.000 dólares por mes, me decían: ‘¿Ah, 200.000 nomás? Nosotros estamos en 500,000’. Y le cito una cifra totalmente oficial, el frigorífico Colonia, que emite acciones en la Bolsa de Valores y tiene que publicar las cifras, perdieron en nueve meses 19 millones de dólares. Y sobreviven porque hay bancos atrás, hay accionistas interesados en que se siga manteniendo, porque todos esperamos que algún día mejore”.
DEMASIADAS PLANTAS
A juicio del empresario, uno de los problemas es que “para la cantidad de ganado que hay en Uruguay, hay demasiadas plantas, y no podemos trabajar como quisiéramos, a un ritmo normal”. Por ejemplo, “nosotros durante dos años seguidos hicimos 75.000 cabezas de ganado, y este año vamos a estar en 60.000. Y no es solamente el precio, no había ganado. Ahora empezó a aparecer más, estamos faenando unas 1.200 cabezas cuatro veces por semana, pero para faenar cinco o seis días tendría que haber más ganado”.
Con este ritmo, de todas maneras se trabaja diariamente porque “casi todo lo que faenamos termina desosado. El porcentaje de medias reses que se venden no pasa del 15% al 20%. El resto va para mercado interno y exportación, va mucho corte a Montevideo en pulpas como nalga, colita de cuadril. Lo que se exporta es casi todo el lomo y algunos cortes de animales especiales como la cuota Hilton --fundamentalmente de trasero--, que ya la cumplimos en julio, es chica nuestra cuota. Si fuera mayor podríamos venderle a Israel, que compra solo delantero, pero no tenemos suficiente cuota Hilton para eso”.
LAS VENTAS AL EXTERIOR
Sobre cómo se manejan en el comercio exterior, afirmó que tienen “algunas estrategias de largo plazo, una de ellas es Chile. Como viví allá tengo buen vínculo con los clientes y tenemos una buena posición, con clientes que nos compran solo a nosotros y a ningún otro frigorífico uruguayo. Pueden comprarle a Australia, a Brasil, pero de Uruguay solo nosotros, para no tener muchas marcas en la góndola. Ellos nos piden un cierto apoyo para la publicidad y a nosotros nos sirve porque nuestra carne es preferida frente a otras. Con Chile hemos tenido una buena estrategia, tenemos una marca con buena reputación”.
Las exportaciones son de carne sin hueso, envasada al vacío y enfriada, no congelada. “A Chile mandamos entre uno y dos camiones de 120.000 dólares por semana”, afirmó.
“El mercado externo está normal, está demandando bien. Uruguay fue cambiando, hace 10 o 15 años se vendía mucho a Medio Oriente, sobre todo Israel, porque los demás mercados no pueden competir en precio con lo que nos pagan China o Rusia”. Hubo un sensible aumento en los precios y en la cantidad de mercados, aunque “a veces es difícil comparar porque --al haber más mercados-- comparar los precios de ayer de China con los de hoy de Chile no tiene mucho sentido, porque el mercado internacional no tiene precios estables”.
En el caso europeo, sigue habiendo una importante demanda y “nosotros vendemos bastante por fuera de la cuota Hilton, diría que más cantidad por fuera, que no es un negocio tan bueno pero se vende por ejemplo nalga para Italia; tenemos mercados bastante desarrollados, con clientes que no son de gran volumen pero compran un contenedor por mes”.
Comentó el caso de las islas Canarias, que “hay que bajarles el precio, pero es un mercado bueno y permanente. Con un solo cliente de Canarias vamos en el contenedor 130 a más de 100.000 dólares cada uno, es mucha plata. Y es un cliente con el que hablamos por teléfono, no hay intermediario, no hay broker (vendedor), es gente que vino a hablar con nosotros cuando aún no teníamos la habilitación (para venderles) pensando en conseguir un proveedor fiel. Y nosotros por chicos podemos ser fieles, el grande no puede, lo sobrepasa porque tiene tanta carne que viene la orden de vender y lo hacen. Nosotros la peleamos mucho más mano a mano, pero también hay otra relación con el cliente y a nosotros nos favorece”.
“Tenemos unos 15 países donde exportamos siempre, los más grandes China, Chile, Rusia, la cuota Hilton de Estados Unidos y otro montón de mercados puntuales como Polinesia, como Tahití que compra mucho bife ancho para los turistas y países del centro de Asia que compran grasa y carne barata que hacen una especie de empanada y hacen mucha comida frita; y Canadá, que se va a vender mucho en enero y febrero, porque tiene una cuota (de importación de carne) que es universal (no por países) y vende el que llega primero. En marzo ya no hay cupo, pero tratamos de venderle llegando antes, como los otros también”, añadió.
EL COSTO DE INSPECCIÓN
Uno de los mercados a los que no se le vende es México, pese a ser un gran cliente de lácteos uruguayos. “En México tenemos habilitación para exportar, no tenemos aranceles, no tiene cuota. Pero en el precio que pagan no compite, hay mejores negocios”. Sin embargo, hay en Uruguay inspectores de calidad mexicanos (ahora queda uno) y “le pagamos anualmente por planta 25.000 dólares, y es por nada, pero siempre está la posibilidad que la situación cambie”.
Esa razón, el costo de los inspectores, tiene otras implicancias. “Para venderle a Corea nosotros no nos presentamos. Porque cada país que uno mantiene abierto para exportar, significa inspecciones --y el respectivo costo-- y sabíamos que era imposible, porque Australia no paga arancel para exportar a Corea, nosotros pagamos un 40% y estamos mucho más lejos y nos pareció que Corea era un esfuerzo loable pero que lo hagan otros. Porque estar en todos los mercados puede ser muy caro para una empresa como esta”. Además del costo del inspector, “tenemos el laboratorio, que antes no existía. Tenemos 15 personas en el departamento de calidad, que están todo el tiempo analizando, cultivando bacterias a ver si hay. Pero es la diferencia con el que mata bajo un árbol: eso cuesta, pero también lo pagan”.
FENÓMENO CHINO
China es otro de los clientes, pero “para carnes de no tanta calidad. Pero es el fenómeno más importante para la industria uruguaya. Las tasas de crecimiento de la demanda china son impresionantes. Y para Uruguay no hay techo, pasamos de vender 100 a 250”.
Como anécdota, comentó: “Estuve conversando con el chino que vino por los paneles solares, y es un mercado muy grande. Incluso se empezaron a vender cortes de mejor calidad, además de lo que siempre compraban como mondongo, tendones, penes, todo eso que solo ellos lo comen. Pero ahora están comprando muchos otros cortes, y también ovinos, que también le hemos vendido. No es un negocio tan bueno, pero compran carcasas cortadas en tres, es sencillo”.
Afirmó que “China es un mercado que respalda mucho la industria uruguaya. Todavía no es un mercado para el corte fino, pero eso va a aparecer también, porque están cambiando, ahora toman (vino) Cabernet Sauvignon y van a comer nuestros cortes finos. Y cuando los chinos quieren gastar, no hay con qué darle. Me decía un cocinero uruguayo que ha trabajado en Shangai y Corea, que en Shangai no se ven autos chinos. Los ómnibus y camiones sí lo son, pero los autos son europeos, Mercedes Benz, Audi y alguna otra marca”.
COMPETENCIA INTERNA
En cuanto a la situación de los frigoríficos uruguayos y la competencia entre sí, Eugenio Schneider dijo que “la mitad de la faena en Uruguay está en manos de brasileros. Las tres empresas grandes, Marfrig, JBS --que también tiene la curtiembre Zenda que era de Marfrig y tuvo que colocar bonos--, y la empresa Minerva, que compró el frigorífico PUL y se rumorea que van a comprar otra planta. Los brasileros tuvieron golpes muy duros en todos sus negocios, Marfrig fue la más afectada y tuvo que vender grandes partes de lo que tenía para hacer caja y volver a ganar un poco de confianza. Ahora como competidores se han vuelto más mansos, porque cuando recién llegaron compraron el Tacuarembó, La Caballada, el Colonia y los hacían a nuevo. Y llegó el momento que los accionistas pidieron ganar algo. Ellos mantuvieron muy alto el precio (del ganado) y cuando se convencieron que no era el camino, que eran grandes pero no necesariamente más fuertes, cambió”.
Continuando con la interna de esta industria, Schneider comentó que “uno de los frigoríficos más fuertes de Uruguay es Schneck; soy amigo de ellos.
Y los conocemos por los frankfurters. Pero es económicamente poderosa, muy sólida, y cuando el negocio de faena no sirve, igual renuncian a la cuota Hilton, no están para perder plata. Pero ellos sí lo pueden hacer. Nosotros le vendemos carne cuando no tienen, sobre todo trimming (recortes, porciones de carne remanentes del proceso de desosado) y grasa para los chacinados. Si la faena no les sirve, no la hacen, no viven de eso y tienen una muy sólida posición económica y sobre todo esos otros productos”.
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