Locales | 06 Ene Los comercios céntricos abrieron sus puertas temprano en la tarde y los 34º C no impidieron que los clientes fueran llegando, deseosos de regalos, desde todas partes de la ciudad. Todos movidos por otra Noche de Reyes y su ilusión, con la carta escrita y enviada por los pequeños, los zapatos puestos junto al agua y pasto para los camellos, y desde luego los regalos que, con las primeras luces del día, los más pequeños de la casa descubrirán. La fiesta de Reyes renueva la magia y su inspiración ha dejado huella a lo largo de los años.
Y en Uruguay, siguiendo la tradición española y de varios países latinoamericanos, los niños reciben regalos en la mañana del 6 de enero. Los tres Reyes Magos de Oriente llegan con sus alforjas cargadas de regalos para todos los niños que se han portado bien.
Anoche hasta casi la medianoche, en el centro de la ciudad, muchos padres, tíos, abuelos, recorrieron los comercios sanduceros para elegir precisamente los regalos que los Reyes Magos luego dejarían a sus hijos, sobrinos y nietos. No solamente juguetes, también otros regalos como vestimenta y calzado, sin dejar de lado la tecnología, especialmente auriculares multimedia y parlantes también multimedia. Hasta entrada la noche fue posible ver a adultos que alguna vez esperaron a los Reyes Magos cargados con bolsas y regalos. Los años pasan, la vida pasa, pero el poder mágico de Melchor, Gaspar y Baltasar sigue en pie. Sigue vivo. Según pasan los años los regalos cambian, pero la ilusión de encontrar obsequios junto a los zapatos al despertar sigue tan viva como hace siglos.
Anoche Paysandú volvió a vivir esa febril noche de Reyes. En casa, los niños dormían --con cierto nerviosismo--; en el centro de la ciudad, sus regalos eran elegidos. También en otras partes de la ciudad, donde los comercios extendían su horario comercial. Pero especialmente por la semipeatonal. Juguetes aquí, ropa allá, zapatos más allá y todo lo que los chicos soñaban con tener en ésta, la mañana de Reyes. Un día de muchas sonrisas y mucha alegría. Tras una jornada de compras nocturnas.