Locales | 03 Ene Leandro Gómez desde la estatua revivía su frase inmortal, “¡Hasta sucumbir!”. Los juegos de agua de la fuente que rodea su monumento se elevaban varios metros. En derredor, algunos adolescentes estaban con sus celulares. La Luna iba camino a su plenilunio del próximo lunes. Allá en la culminación de la escalinata, de espaldas a la basílica, sentado frente al escritorio que fuera del jefe político Basilio Pinilla, el escritor Mario Delgado Aparain volvía a emocionarse al recordar su infancia entre estancias, y al decir, casi como pidiendo permiso, que no tenía vergüenza de sentirse sanducero, siendo él floridense, pero apegado a la historia de este suelo, sorprendido por una ciudad que, por primera vez en la historia del entonces muy joven país, ejercía el concepto de soberanía levantándose en brava defensa ante el invasor. Anoche, en plaza Constitución, se realizó el homenaje a los defensores de la plaza sanducera, en el día en que se conmemoraba el sesquicentenario de la Caída de Paysandú, del día en que fueron fusilados Leandro Gómez y parte de la oficialidad.
Unas trescientas personas, entre ellas los intendentes de Paysandú y Río Negro, Humberto Sconamiglio Rivero (interino) y Jorge Gallo Azeves, se congregaron en la parte Este de la plaza, la misma plaza que ciento cincuenta años atrás fue testigo del bárbaro ataque oriental y brasileño, y de la tenaz defensa de los pobladores.
La banda “José Debali” y el Coro Ciudad de Paysandú interpretaron primero los himnos Nacional y de Paysandú, “porque a la fecha patria la hacemos nosotros, después que venga alguien y haga el decreto y lo firme”, al decir de Juan Carlos López. Y luego algunas obras alusivas, entre ellas “Heroica Paysandú, yo te saludo”.
La estudiante Florencia Blanc, como ganadora del concurso “Ensayo sobre la Defensa” subió luego al estrado y con soltura --y cierto nerviosismo-- contó trozos de la historia de sangre y gloria, y de las consecuencias en el contexto regional de la Defensa y Caída de Paysandú.
Posteriormente, María Julia Burgueño introdujo al escritor Mario Delgado Aparain, con sentidas palabras, recordando la primera presentación de su libro, “No robarás las botas de los muertos”, cuando --como anoche-- tuvo la emoción a flor de piel, y algunas lágrimas corriendo por sus mejillas.
Delgado Aparain subyugó a la audiencia, que apenas interrumpió su alocución con intensos aplausos, hablando no solamente de la Defensa, no solo de Paysandú, sino de su propia historia de algunos hechos de la cultura contemporánea. “Siempre he dicho que el mejor hecho cultural de nuestros días es un apagón” dijo. “Porque obliga a prender una vela y a que los hijos hablen con los padres”.
Luego, aun emocionado, descendió para apreciar un documental producido durante la Administración Lamas y quedó en la plaza para firmar ejemplares de su libro. La noche fresca acompañaba, y las emociones vividas reavivaban el sentir sanducero, fortificado con cada cañonazo y con cada barbarie de los invasores. Algunos paseaban pensativos. Miraban el monumento. Y recordaban eso que aun hoy, siglo y medio después, sigue siendo tan esencialmente nuestro: “¡Hasta sucumbir!”